Las
lecturas que los chavales acometen durante el verano, quedan grabadas
en su recuerdo de forma tan dulce y perdurable como el primer beso.
No
siempre es fácil conseguir que nuestros hijos, alumnos, etc,
alcancen el gusto por la lectura, y menos aún durante las
vacaciones, cuando tienen otras actividades, a priori, más
divertidas: chapotear en la piscina, nadar en el mar, ver la
televisión de forma compulsiva o jugar con esas maquinitas que
tienen mil nombres y dos mil alternativas, que el mago Frestón
confunda.