domingo, 24 de noviembre de 2013

EL 9º TRABAJO DE HÉRCULES: EL CINTURÓN DE HIPÓLITA

Euristeo, enojado por la presteza con la que Hércules realizaba las tareas que le encomendaba, quiso complacer la caprichosa voluntad de su hija Admete. Hacer que el más extraordinario de los hombres se encargara de satisfacer el antojo de una adolescente no dejaba de ser una forma de humillación que complacía los enrevesados designios del monarca.

La joven Admete, acostumbrada a los lujos de palacio y a la inmediata satisfacción de sus deseos, había desarrollado un carácter caprichoso, dominado por la envidia y que no era sino el fiel reflejo, a pequeña escala, de la naturaleza de su padre. En secreto, codiciaba la libertad que tenían otras muchachas de su edad, pero se veía incapaz de renunciar a las comodidades de su condición. Se conformaba imaginando aventuras que jamás acometería mientras escuchaba las proezas de las amazonas que una vieja criada le contaba por las noches.