Cuando Hércules
era ya un héroe temido en toda Grecia por su fiereza, Hera le hizo caer en
la locura, enfadada por los excesos del
guerrero, que no mostraba piedad alguna con sus víctimas. Fue tal la ceguera que
nubló el juicio de Hércules, que arremetió contra sus propios hijos,
confundiéndolos con enemigos y quitándoles la vida. Tras arrojar sus despojos
al fuego, la diosa devolvió la cordura al guerrero que, horrorizado, se dio
cuenta de la atrocidad que había cometido.