A Hércules le
faltaban aún muchas hazañas por realizar, hasta liberarse del yugo del cruel
Euristeo. A pesar de haber demostrado su valentía derrotando al león de Nemea,
el rey le deparaba un enemigo aún peor.
En las húmedas
tierras que circundaban el lago de Lerna, oculta bajo la sombra de los plátanos
y custodiando una de las entradas del mundo subterráneo, se encontraba la
Hidra, que había sido cuidada por la propia Hera, madre de los dioses y enemiga
implacable de Hércules. Esta hidra se asemejaba a una enorme serpiente y estaba
dotada de un aliento venenoso que expulsaban sus incontables cabezas. Nadie
había sobrevivido a su encuentro, pero Euristeo exigió a nuestro héroe que se
encaminara hacia Lerna para acabar con el monstruo.