EL LEÓN DE NEMEA. MUSEO DEL PRADO. MADRID (pincha aquí e irás a la galería del Museo) |
Sin saber qué
hacer, Hércules acudió al Oráculo de Delfos en busca de consejo. Las palabras de
Zeus en boca de la Pitonisa fueron claras: debía ponerse al servicio del cruel
rey Euristeo durante doce años y cumplir las tareas que éste le encomendara.
El rey,
complacido por tener a sus órdenes a un guerrero de aquel calibre, que por
estirpe y cualidades era en realidad superior a él, le mandó durante años
realizar las misiones más difíciles, aquellas que cualquier humano, e incluso
los más esforzados héroes de toda la Hélade hubieran considerado imposibles de
cumplir y que Hércules acometió tan sólo acompañado por su fiel
escudero, su sobrino Yolao.
El primero de
los trabajos que Euristeo ordenó a Hércules fue matar al león de Nemea y
conseguir así su piel. Este león estaba emparentado con Selene y no era su
origen natural, sino divino. Su piel era una terrible coraza, invulnerable al
filo de la espada o a la punta de las lanzas y las flechas y tan resistente que
repelía el contacto de las armas de los insensatos que intentaban abatirlo.
Cuando Hércules
llegó a la región de Nemea, comprobó que estaba casi despoblada. Aquellas
tierras estaban sembradas por el miedo y los huesos repelados por aquella
temible criatura. El héroe confiaba que las armas que le habían proporcionado
los dioses le ayudarían a acabar con el león. Cuando lo divisó a lo lejos,
imponente y manchado de sangre de una víctima reciente, las flechas que le
arrojó rebotaron como si fueran briznas
de hierba reseca arrastradas por el viento. Sorprendido por la extraordinaria
dureza de aquel animal, que ni siquiera se había apercibido de que estaba
siendo atacado, le acometió con la espada y con la lanza, que se doblaron como
si estuvieran hechas de arcilla mojada.
Hércules, sabedor
de que nada podía lograr con el uso de las armas, rodeó al león con sus fuertes
brazos y ambos rodaron por el suelo, rugiendo como dos fieras que lucharan por reinar
en el territorio. El león arrancó un dedo a Hércules de un mordisco, pero éste
no cejó en su empeño, ahogando con la tenaza de sus brazos el cuello de la
fiera, que murió estrangulada.
Euristeo estaba
convencido de que Hércules iba a fracasar en su primera misión, así que cuando
vio la imponente figura del hijo de Zeus cargando sobre sus hombros el cadáver
del monstruoso león, no salió de su asombro, ordenándole que a partir de ahora
exhibiera el fruto de sus trabajos fuera de las puertas de Micenas. Lejos de
felicitar al esforzado cazador, le reprochó que el trabajo aún no estaba
realizado, puesto que no había logrado arrebatarle la piel al animal.
Hércules torció
el gesto, sabedor de que era imposible desollar al león con la ayuda de ningún
metal, pero los dioses le inspiraron la única solución posible. Para sorpresa
del rey, Hércules dejó caer el cuerpo del león al suelo y cogiendo una de sus
patas, usó como cuchillo las garras de aquella bestia, obteniendo así la piel, que usaría desde ese momento a modo
de inexpugnable armadura y con la cabeza del león obtuvo un yelmo que iba a
sembrar el terror entre sus enemigos.
Aún quedaban
once tareas por cumplir, pero la piel del león era la primera prueba de que
aquel héroe extraordinario podía enfrentarse a cualquier reto.
Relato de mi amigo "Aún sin apodo". ¡Cada día escribe mejor¡ ¿No os parece?
No me resisto a animaros a que visitéis el Museo del Prado (Madrid) y que disfrutéis de esta joya de la pintura: "Lucha de Hércules con el león de Nemea". Formó parte de la serie de lienzos sobre los trabajos de Hércules que realizó Francisco de Zurbarán para la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro.
Os dejo el enlace para que os informéis de las tarifas, hay horas y días gratuitos
¡A leer y a visitar el Museo del Prado ¡
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