Han
pasado unos días desde que nuestra chiquillería, gozosa, saliera
despavorida de los colegios e institutos. En estos días, algunos,
además de arrasar con polvorones, mazapanes y turrones de sabores
varios, habrán disfrutado de aventura, intriga, emoción y diversión
a raudales gracias a los libros que hayan leído. Para que no decaiga
el ánimo lector, voy a continuar con mi lista de recomendaciones.
Leningrado
está sitiada por el ejército alemán; es bombardeada día y noche y
sólo el helado lago Ládoga permite un mínimo de esperanza como
camino de avituallamiento de la ciudad. Entre colas de racionamiento
y alarmas antiaéreas intenta sobrevivir Boris, un niño ruso. Un
día, Boris y su amiga Nadia, impulsados por la desesperación
provocada por el miedo a morir de hambre, salen de la ciudad y se
dirigen a tierra de nadie, donde esperan encontrar un tesoro: miles
de patatas ocultas en una vieja casa. Abandonan el abrigo de la
ciudad en pos de esperanza. Y allí, en tierra de nadie, encuentran
algo que le hará cambiar su forma de ver el mundo, la vida, su vida.