Una
sombra enferma, humana, llega una noche invernal a un viejo
monasterio medio derruido, habitado por el hermano Martín y el joven
Moisés, como arrastrada por el viento gélido. En el calor del
hogar, cuenta su maravillosa historia: es un guerrero, un cruzado que
abandonó su tierra en pos de la llamada del Papa para liberar los
Santos Lugares. Allí, vive fantásticas aventuras, inolvidables hazañas, conoce a personas tan maravillosas que la realidad linda
con el sueño. Años después, casi anciano, vuelve a Europa, como
peregrino, buscando al apóstol Santiago en Compostela. Invita a vivir
ese peregrinaje a Moisés, el joven huérfano que vive entre las
ruinas del monasterio. Un joven que fue salvado de las aguas por el
hermano Martín. Y joven y anciano, se encaminan hacia Compostela, en
el tránsito vivirán una nueva aventura, quizá, la más fabulosa de
sus distantes vidas.
Encuentro en la lectura de este libro, que nos presenta la editorial Alfaguara, algo provechoso para la formación de los chavales que nos han tocado en suerte: un ansía constructiva de presente y futuro, a través de nuestra historia pasada, concrétamente mirando a la Edad Media. Una época vista por muchos, de forma sesgada, como la época oscura. Una época de retroceso. Una época de infamia. Una época, en definitiva, que recoge todos los males que una mente humana, medianamente desarrollada, podría imaginar. Error. Antonio Martínez Merchén, a través de sus personajes y aventuras, trata de explicar la riquezas de tradiciones del Medievo, los estratos sociales, las cultura, los grandes acontecimientos como las cruzadas, los mitos y por encima de todo, los anhelos personales de quienes vivieron entonces.
Al
final del libro, el apéndice recoge la explicación de muchos de los
mitos, historias, tradiciones y personajes que aparecen en la
narración, lo que aportaría claridad y profundidad a la narración
si no fuera porque es tarea harto difícil, por no decir al filo de
lo imposible. El entrecruce de historias diversas, narraciones dentro
de las narraciones, cuentos y sueños, recuerdos y ensoñaciones
provocan que se pierda el ritmo de la historia principal, dando la
sensación de que el autor no quería escribir una novela, salvo como
escusa para hablar de la Edad Media sin que pareciera una clase de
historia. Lo cual en sí no es malo. Lo perverso es camuflar de forma
impúdica el miedo al magisterio en una novela. Lo malo es enfangar una idea tan buena intentando no dejarse nada, como si creyera que
los chavales sólo tuvieran una oportunidad en la vida de acercarse,
con los ojos limpios de prejuicios, al Medievo, y esa oportunidad
fuera su libro. Mal.
Querido
autor, tu idea es buena, tu intención deseable y desde aquí te
aplaudo, pero la novela pierde al lector en mil historias
entrecruzadas, que si las quitásemos, como hierba con una guadaña, se quedaría en
veinte páginas.
Mi
recomendación: que los chavales se acerquen a ella está bien, pero
se quedarán con una sensación de: ¿y?. Como diría nuestro amigo
Sancho Panza, tirando de refranero popular: Demasiadas alforjas para
tan poco viaje y quien mucho abarca poco aprieta.
Decepción.
El Bachiller
Por favor, valora la entrada, me hace mejorar. Gracias
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