Ya eran muchas las
bestias y criaturas extraordinarias que habían sucumbido a la fuerza
del poderoso Hércules, pero vastas eran las tierras y los reinos
colindantes y numerosos los peligros a los que el caprichoso Euristeo
pudiera enfrentar a nuestro héroe. Conocía el cruel monarca la
existencia de cuatro enormes yeguas salvajes, que retenía en sus
establos Diomedes, que gobernaba al pueblo de los bistones en Tracia.
No había existido
sobre la faz de la tierra caballo tan fiero e indomable como estas
bestias. Amarradas con gruesas cadenas de hierro a unos pesebres
forjados en bronce, causaban el terror entre aquellos que osaban
acercarse a los establos de Diomedes.
No
sólo destacaban por su tamaño y bravura, que había hecho del todo
imposible su doma, sino por ser unos animales de una voracidad
extrema, que el mismo rey acrecentaba haciéndoles pasar largos
periodos de hambre. No eran ya amigas de briznas y pastos, sino que
se deleitaban desgarrando la carne con unas fauces que en verdad eran
impropias de su naturaleza equina.
Alimentaba
el cruel rey a las yeguas con cualquier desdichado viajero que
cometiera la imprudencia de aceptar su hospitalidad y con cualquiera
que osara enfrentarse a él y a su irrebatible voluntad. Hércules,
sabedor que no sólo tendría que enfrentarse a tan extraordinarios
animales, sino a los súbditos del rey, partió para Tracia con la
ayuda de algunos voluntarios. Atacaron por sorpresa los establos,
derrotando con facilidad a los mozos que trabajaban en ellos y
huyeron prestos hacia el mar, con las yeguas en poder del héroe, que
tensaba con fuerza las cadenas para domeñarlas.
Pero el enemigo estaba
demasiado cerca y no había tiempo para apretar las barcazas para
llegar a la nave y las yeguas se resistían a entrar en las jaulas
que habían dispuesto para transportarlas, así que Hércules decidió
dejarlas al cuidado de Abdero, uno de sus acompañantes. El
esforzado hijo de Júpiter divisó desde lo alto de una loma a sus
perseguidores que, aunque aún lejanos, suponían un peligro
inminente. Los bistones eran buenos jinetes y superaban en mucho a la
expedición de Hércules, así que éste tuvo que tramar una
estratagema para detener su acometida. Abrió con la fuerza de sus
brazos un canal que hizo que el mar inundara la llanura que los
separaba de sus enemigos, adentrándose como una lengua burlona en
las tierras de Diomedes.
Rió Hércules al
comprobar cómo las huestes frenaban su marcha, extrañadas ante
aquel inesperado cenagal cuyo origen desconocían. Temerosos por la
posible intervención de los dioses, muchos de ellos retrocedieron
despavoridos, entre ellos el propio rey Diomedes, al que el propio
Hércules persiguió, abatiéndolo con un golpe de su clava.
Al
regresar a la orilla del mar, con tan regio prisionero, descubrió
horrorizado que las yeguas salvajes habían logrado desprenderse de
sus cadenas y habían abatido al pobre Abdero, cuyo cuerpo era ahora
mero alimento de aquellas bestias despiadadas. Enfurecido por aquella
muerte tan cruenta, Hércules arrojó al rey a las que habían sido
fiel instrumento de muerte y terror.
-
Conoce por fin el verdadero alcance del dolor, rey ingrato. Tú que
profanaste los sagrados deberes de la hospitalidad, cae ahora a los
pies de los monstruos que tu odio ha creado, pide asilo en el Hades.
Las
yeguas, aún hambrientas, se abalanzaron sobre su hasta entonces
dueño y señor, dando buena cuenta de él y haciendo caso omiso a
sus gritos encolerizados. Ya saciadas y libres del tirano, se
adormecieron y pudieron ser enjauladas sin apenas dificultad.
Rumbo
a Micenas, inmerso en sus pensamientos, Hércules no podía dejar de
fantasear con que algún día podría hacer con Euristeo lo mismo que
con Diomedes. Harto de la maldad y corrupción de los hombres,
cansado de tanta mezquindad, no le quedaba sino la determinación de
llevar a cabo su destino y encontrar al fin la libertad bajo el
auspicio de los dioses.
Escrito por Roberodoro
Por favor, valora la entrada, nos ayuda a mejorar.
Sе tarda bastante en encontrar articulos coherentemente expreѕadoѕ, asi que
ResponderEliminarme alegro de reconocertelo.Sigue as� ;)
Mаas info еn - Pepa
Muchas gracias, eres realmente amable
Eliminarpene
Eliminaresta bueno pero falta un poco perovien haci que te caliico con un regular te felicito espero que mejores muy vien explicado igual como ya dije falta Roberodoro gracias igual y lo que voy a hacer es recitarlo en el colegio muy bueno
Eliminaresta bueno pero falta un poco perovien haci que te caliico con un regular te felicito espero que mejores muy vien explicado igual como ya dije falta Roberodoro gracias igual y lo que voy a hacer es recitarlo en el colegio muy bueno
Eliminares una sarna este blog no tiene dibujos referentes al tema
ResponderEliminarGracias, intentaré mejorarlo con lo que has ocmentado
Eliminar¡Gracias! Tenía que hacer un trabajo y me has ayudado muchísimo a documentarme. No he encontrado una historia más completa de este octavo trabajo de Hércules.
ResponderEliminarSigue así, es un gusto leerte.
Elena, eres muy amable. Si quieres leer sobre algún otro tema, dímelo y lo hacemos. gracias
EliminarExcelente. Bachiller: que nombre tan extraordinario. Todos aparentemente somos bachilleres, pero no nos consideramos bachiller, porque eso significa mucho. Te acuerdas del Bachiller Alvaro Galvez y Fuentes.
ResponderEliminarSlds.
Gracias Hértor. Sí, creo que era un gran periodista mejicano. un fuerte abrazo
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